DESBORDE

DESBORDE Extender las orillas y cruzar terrenos cercados, inundar los márgenes dentro de ciclos de renovación. El desborde como condición inevitable de las experiencias vitales que favorecen la continuidad de los ecosistemas. Los sujetos conviven entretejiendo sus límites y abrazando las fronteras impuestas por otras entidades. Aquello que ya no se contiene genera nuevas posibilidades para establecer el enfoque: hojas y ramas que atraviesan construcciones de cemento, cuerpos de agua que transgreden su cauce y raíces que movilizan cimientos. Desborde de Juan José Barboza-Gubo reúne una serie de instalaciones compuestas a partir de diversos medios, como la pintura, la fotografía y la escultura. El conjunto de obras da cuenta de la constante investigación en nuevos procesos técnicos, que ha sido fundamental en la práctica del artista en los últimos años, y que evoca en este caso el movimiento y la transformación de los contextos y sus elementos. Así, el artista incorpora en las instalaciones matices diversos de luz: niveles de claridad y opacidad. Además, construye atmósferas inspiradas en los imaginarios del bosque amazónico e integra materiales —madera o acrílico— que aunque alejados en su composición coexisten bajo las mismas formas y estructuras, y constituyen las entidades que circulan y se extienden. En Desborde las imágenes de las urbes y paisajes naturales de la región amazónica peruana son el origen de una serie de reflexiones sobre las experiencias humanas, individuales y colectivas, y los procesos de autoconocimiento y de interrelación vital con otros seres y elementos. Los patrones de los azulejos en las edificaciones de la ribera de la ciudad de Iquitos son intervenidos y reconstruidos para sugerir la convivencia y transgresión entre los elementos naturales y las construcciones humanas. Estos aparecen contenidos en la composición que, aunque con volúmenes definidos, se constituye de acuerdo con la perspectiva desde donde se enfoca la mirada. En Desborde también se entretejen los ciclos temporales y se encadenan los procesos de cambio. Los materiales sólidos se pueden expandir con fluidez, por efecto del calor, y siguen los cursos de las hojas, ramas y raíces. Algunas superficies traslúcidas sugieren formas, otras difuminan y opacan. Los paisajes se enmarcan para el espectador desde reflejos que permiten reconstruirlos y, en algunos casos, esconderlos. El desborde se desarrolla en la extensión de los límites de las materialidades, en el despliegue de las composiciones y en las afirmaciones de nuevas posibles dimensiones para los seres. De este modo, los espacios de convergencia permiten abordar interrogantes más amplias sobre la configuración de las identidades humanas, que se encadenan y se despliegan desdibujando sus fronteras.