Negro+Negro+

Negro+Negro+ “Es una línea ininterrumpida, que se inscribe interrumpiéndose”. Maurice Blanchot - La conversación infinita Siete lienzos se exponen en la Galería ENLACE. Todos ellos recientes, fechados entre 2022 y 2024, de tamaño mediano, pintados por Rafa Forteza con técnica mixta sobre lienzo. Es la primera exposición en Perú del pintor, escultor y grabador mallorquín con una extensa y reconocida trayectoria. La pintura de Rafa Forteza es tanto un goce estético como un reto lanzado al espectador. Del disfrute de nuestros ojos, que cautivados se mueven rápidamente por la superficie de estos lienzos, y de la alegría de nuestros cuerpos, que deambulan de un cuadro hasta el sucesivo, volviendo continuamente atrás para mirar otra vez y enfocar mejor un detalle que solo entonces reconocen. De todo esto, no hace falta dar explicaciones. Nadie investiga demasiado las causas de su dicha. Otro factor de estas pinturas, su desafío, sí que requiere de unas hipótesis y que enfaticemos algunos matices de esta exposición. El primer observador de un lienzo siempre es el artista mismo, que mira lo que acaba de hacer, aunque no consiga ver su pintura como un espectador cualquiera; por mucho que lo intente, no puede. Se aleja del lienzo, deja pasar unas horas, incluso unos días. Luego vuelve, se acerca, da un paso atrás, dos pasos adelante para asomarse entre formas y colores. ¿Mirarse a sí mismo es más complicado aún que mirar al otro? En el primer caso, el riesgo es caer en las astutas y sutiles trampas del ego; en el segundo, se trata de esquivar los inevitables prejuicios, tan remotos como asentados, de los que posiblemente desconocemos el origen, mientras que, de sus razones, ni que decir tiene… “El pintor ‘aporta su cuerpo’, dice Valéry, y en efecto, no se ve cómo un Espíritu podría pintar. Es prestando su cuerpo al mundo que el pintor cambia el mundo en pintura” así Maurice Merleau-Ponty. Y en esto consiste el reto que Rafa Forteza devuelve al espectador en esta exposición. Te ofrece estar en frente de estos siete lienzos. También, si cabe, experimentar la distancia con el otro [el que ha pintado lo que estás observando], palmo a palmo, emprendiendo un viaje que parece no acabar nunca, porque se desplaza continuamente, arriba abajo de un lado a otro. Un trajín de visión y movimiento, inseparables e indecibles. “Que sepa que no descoloca nada en el orden de las cosas. […]” “Que permanezca inmóvil, llamado por el juego a ser la pareja de alguien que no juega…” Maurice Blanchot - L.C.I. Finalmente, te percatas que lo que estás mirando es tu [otro] ‘yo’ que está mirando un cuadro de Rafa Forteza. De las dos una: o sigues multiplicando al infinito esta situación, como dos espejos que mutuamente se contemplan, o bien sales del bucle para concluir “Heme aquí”, acá estoy. Circunstancia que no es pan comido. Acaso resulte fácil pronunciarlo, menos obvio es lograr separar este ‘yo’ de nuestra existencia cotidiana, acelerada, hiperconectada y, a ratos, desquiciada. Tan complicado como separar el color del trazo que lo dispone en el lienzo. ¿Cómo aislar un solo de saxófono del fraseo de la batería y del contrabajo sobre los cuales se inserta por encima, improvisando y desviando así el ritmo matriz, en un bebop? Por sí solo, ¿seguiría estando y sosteniendo su estancia? Cinco de los lienzos presentes en esta exposición incluyen en su título la palabra ‘Estancias’ a la que añaden una numeración específica. Lugares muy concretos donde nos lleva Rafa Forteza y que nos permiten ‘estar en frente de’. La posición del espectador. Algo que, repetimos, no es poca cosa. En su desafío, los cuadros de Forteza son exigentes, por su composición y sobre todo por su ritmo que incluye múltiples registros: desvíos, huidas y retrocesos. Algunas aparentes concesiones a la figuración (¿pero será cierto?), líneas rectas y un mundo de círculos que son vórtices. Colores que nos empujan hacia el interior de estos círculos, donde podremos, por fin, quedarnos quietos. Hasta retomar el camino. En ‘Estado de gracia I’ y ‘Estado de gracia II’, Rafa Forteza nos asoma a estos vórtices. Los colores nos atraen como la corriente del océano, la que tira hacia dentro. Asomarse, estar muy cerca de la superficie de estos lienzos tan polifónicos, es solo el primer paso. Lo siguiente es ir un poco más allá, emprender un viaje. Otra vez, es visión y movimiento. El titulo de esta exposición hace referencia explícita a un poema de Paul Celan, ‘El viaje’, en el que leemos: “de tu ojo negro, el más negro ojo. // Hay una estancia donde un tiro de caballos se detiene para tu corazón. / Tu cabello quisiera ondear en el viento cuando te vas- eso le está prohibido. / Los que se quedan y hacen signos de adiós no lo saben.” Estas pinturas de Rafa Forteza son una invitación a estar pero, al mismo tiempo, a cavar un poco más hondo (“de tu ojo negro, el más negro ojo”), aportando así nuestra visión en movimiento encima del lienzo. Solo así se cierra el círculo, gracias al espectador que lleve su experiencia y su atención, es decir, su percepción. No interesa tanto el juicio como la conversación. Una conversación que se encienda y siga dando vueltas, tendiendo la mano a otras lecturas y a otros mundos, en un baile frenético donde los cuerpos se tocan; o bien, en un sencillo corro donde las manos sostienen los cuerpos. Círculos y formas cuyo color los baña de un dinamismo controlado, como un baile largamente ensayado al que nos entregamos completamente desprendiéndonos de lo innecesario. Si todo se mueve alrededor nuestro, mientras nosotros solo estamos, habremos hallado el ojo del huracán, un tranquilo jardín donde estar con uno mismo. “Intenta, círculo indiferente, cerrarte por una vez, aunque fuese por un instante, para que yo sepa dónde empiezas y dónde terminas”. Maurice Blanchot - L.C.I Rompiendo, de una, los moldes anquilosados entre figuración y abstracción, Forteza incluye rostros cuya nariz se estira para inspirar el humo de un habano, patas que sostienen ojos, círculos que no son circunferencias sino torbellinos. Líneas que son trazos y cuyos conjuntos generan campos de fuerzas (y su fuerza es el color, claro está). La visión de nuestro pintor está en movimiento y el ritmo prevalece sobre cualquier otro aspecto en sus lienzos. La belleza del cuerpo vive en la imperfección de la carne que el tacto transforma en éxtasis; entonces por fin el ojo puede descansar. Ya no hace falta mirar. Se escucha mejor con los ojos cerrados. Y nos entregamos a seguir un poco más allá. “Irse / sin ir”. Un torbellino nos mueve de lo indecible hasta lo inexplicable. De una noche en Túnez hasta esta exposición, donde hay que ESTAR, y finalmente estamos acá. Como el poema de José Ángel Valente que nos permite interrumpir este texto ESTAR. No hacer. En el espacio entero del estar estar, estarse, irse sin ir a nada. A nadie. A nada Francesco Giaveri